El Maestro Adolescente





Eliminar formato de la selección
Medellín, 1940’s

En sus doce años conoce el mundo taurino gracias a su tío Joaquín Angulo, quien lo ingresa en una escuela de matadores en la plaza de la Macarena, para entonces dirigida por Aranguito el banderillero. “En l
a década de los años treinta y cuarenta todavía la aspiración máxima de las familias pobres en Antioquia era tener un hijo cura o futbolista o torero. Por eso el tío Joaquín se empeñó en que su sobrino predilecto fuera matriculado en una escuela de toreo de salón que había en la Plaza de La Macarena en Medellín, bajo la dirección de un antiguo banderillero gordo, ya en retiro, Eliminar formato de la selecciónEliminar formato de la selecciónque trabajaba como ujier, empleo que por cierto había heredado su hijo. Un domingo, a las 5 de la tarde, le indultaron un toro a Morenita del Quindío. Al día siguiente, exultante, el banderillero Aranguito les dijo a sus discípulos: "Se ganaron la lotería, hoy torearán un toro de verdad; el que fue indultado ayer". Dice el Maestro Fernando Botero que "fue tal el susto, que de inmediato sintió reverdecer en él la decisión de ser pintor".” (Vargas Llosa, 1990) Es considerado durante dos años el mejor alumno de Aranguito, quien decide entonces que deje de ‘jugar’ con novilleras, e intente con un toro común. Lo hace salir corriendo cuando se ve enfrentado a la muerte con un animal de más de 300 kilos.

Tras este suceso, comienza a dedicar su tiempo libre a pintar, aunque de todas formas sigue asistiendo a las jornadas taurinas. Sus primeros dibujos y acuarelas son todos sobre toros y esas mismas jornadas, porque aunque no se dedique más a ellos, refleja su pasión por esta actividad en estos bocetos. Allí, dónde se venden las entradas para la plaza de toros en el almacén de don Rafael Pérez, vende su primera obra por dos pesos en 1946. Únicamente su madre, Flora, quien aporta lo que le es posible para la economía de su hogar, según lo que gana en habilidades manuales; y Joaquín su tío, lo apoyan en sus deseos de explotar ese talento que saben que tiene, incluso siendo una familia conservadora. Si bien no lo apoyan económicamente, porque no les es posible; sí lo impulsan a trabajar para poder pagarse sus propios estudios. A los dieciséis años entonces, comienza a trabajar en el Suplemento Literario de EL COLOMBIANO ilustrando un poema de su vecino, Ciro Mendía. Continúa con éste trabajo por lo menos por cuatro años, habiendo ilustrado inclusive cuentos como el de Tomas Carrasquilla ‘A la Diestra de Dios Padre’, publicado en 1949.

Imagenes de izquierda a derecha.
1. Botero, el día de su primera comunión.
2. Flora, la madre de Botero.